sábado, 1 de octubre de 2011

Jeffrey Alexander; síntesis (Estructural Funcionalismo)


El autor describe las sociedades occidentales como únicamente orientadas hacia el beneficio individual. Las sociedades occidentales, nos dice, depositan su confianza en un supuesto carácter integral del individuo en la capacidad y racional de este. Esta confianza en el individuo para el autor, ha sufrido una cierta derrota. Para Jeffrey, estos sistemas ideológicos son consecuencia de liberalismo estilo laissez faire del siglo XIX, en el sentido de que este, evacua toda importancia del bien colectivo, negando el campo de auto reflexión y el campo emotivo de los actores. Para Jeffrey este problema reposa no solo en la sociedad y sus instituciones, sino también en el individuo. Parsons, según el autor, estaría situado en una crítica de corte epistemológico, pues atribuye parte de la crisis a desarrollos intelectuales internos. Al capitalismo estilo dejad entrar-dejad pasar, Parsons le llama Teoría de la civilización de los negocios.
Jeffrey hace una descripción de la teoría liberal clásica y la naturalización de las capacidades racionales del hombre, en otras palabras, de que la suma de los egoísmos individuales, desembocaría en una sociedad “automáticamente” (sic) estable que ya contiene la satisfacción de las necesidades individuales de los actores. Esto es lo que Talcott Parsons denominaría “mecanismo de regulación automática”, intuyo, “la mano invisible” de Adam Smith.
Jeffrey nos dice que esta idea no solo no se ha cumplido de modo alguno, sino que se ha traducido a modo de reacción, en diversas actitudes críticas hacia el individualismo, la razón y el conocimiento científico, tanto de sectores de izquierda como de derecha. A estos “colectivismos” anti intelectuales, Parsons se opone, pues acaban con la libertad del individuo y su capacidad de raciocinio y la democracia y es por ello que decide que se hace necesario replantear la teoría liberal.


Jeffrey nos describe el progreso e las sociedades occidentales, como un perpetuo “olvido” de posiciones o esferas del ámbito humano. Por una parte crítica la ideología darwinista del capitalismo  competitivo (sic) estilo laissez faire del siglo XIX, donde este evacua toda importancia del bien colectivo, dejando que mecanismo “naturales” y en virtud de la suma de los egoísmos individuales, se traduciría en una estabilidad social y en la satisfacción de las necesidades de los actores. Este sistema niega el rol de la autoexpresión ética y emocional del actor. A su vez al autor describe la forma utilitaria, donde la acción esta únicamente orientada a la eficacia, en términos de Max weber, solo con arreglo a fines. Esto llevada a la teoría social tiene grandes implicancias metodológicas pues al adoptar el actor una actitud puramente racional con arreglo a fines, buscando adaptarse a condiciones externas, el aspecto subjetivo deja de interesarle, y el análisis de los motivos queda excluido de su teoría[1]  Así vemos que en las sociedades occidentales y su idea de progreso hay una constante indiferencia hacia los aspectos multidimensionales del mundo social. Para Jeffrey la solución estaría en una integración de los valores de los actores con la restricción de la agencia o institución. 


[1] Jeffrey, pag 29

viernes, 30 de septiembre de 2011

"Sobre la clase de servicio, su formación y su futuro" de John Goldthorpe: análisis del texto (Estratificación Social)

Karl Marx en los primeros capítulos de su “Das Kapital” menciona la posibilidad de una clase de burguesía organizativa o clases intermedias (capitalista divido en dos: propietario y organizador). Max Weber hace un estudio riguroso ya en el siglo XX de los aparatos burocráticos modernos. Ambos autores ya concebían estos “estratos intermedios”[1]  John Goldthorpe en su texto “Sobre la clase de servicio, su formación y su futuro” desarrolla una análisis de las diferentes interpretaciones sobre la “clase de servicio”. Goldthorpe escribe que la clase de servicio o de empleados profesionales, de administración y dirección, es un fenómeno característico de las sociedades occidentales avanzadas (capitalismo organizativo o tardío según Habermas) y que como fenómeno ha sido fuente de controversia para la teoría social. Por un lado el marxismo el problema de los “estratos intermedios” ha sido tratado con cierta liviandad. Se le ha considerado a este fenómeno un carácter pasajero, pues lo que prima es el carácter biclasista  inherente al sistema económico capitalista. El marxismo argumenta que estos estratos podrían ser absorbidos por la clase proletaria (proletarización) o bien por la clase capitalista (incorporación) pero en esta última, en menor medida. En los 60 nos dice el autor, marxistas franceses dan cuenta que esto no es así, que estos grupos en expansión de empleados de “cuello blanco” o en otras palabras, empleados bien cualificados (capital cultural) de ningún modo se proletarizan, conformando más bien una “nueva clase obrera”[2] Se produce una alianza o ciertas socializaciones que dependen de condiciones culturales de tipo intelectual (Weber), donde los trabajadores bien cualificados (técnicos y científicos) reviven la lucha por el socialismo en contraposición al economicismo dentro del mundo obrero, poniendo en el banquillo las problemática en torno del “control”. Tampoco esa tesis se ha articulado con la realidad, pues ya en los 70 en Francia se puede notar que los estratos medios se alzan no solo en oposición a la clase obrera al tener la misión del control y reproducción de las relaciones culturales y de clase, sino también que este estrato medio se constituye como opuesta a la clase capitalista en disputa por el tema del control y propiedad, radicalizando sus discursos y demandas comunicativas. Otras tesis como las del marxismo estructuralista plantean que  no obstante estos estratos intermedios estén dedicadas al control y reproducción del trabajo, también a su vez desempeñan roles propios de un “trabajador colectivo”, siendo así clases en contradicción, por sus posiciones ambiguas. Goldthorpe escribe que los intentos marxistas por adaptar el análisis de las clases al carácter expansivo del empleo de cuello blanco han sido casi un fracaso. Por otro camino tenemos a la sociología norteamericana y con una perspectiva bastante más optimista en relación con el crecimiento económico, pues este ultimo en vez de agudizar las contradicciones de clase, se materializaría en una progresiva elevación de la estructura ocupacional (cierta movilidad social). La visión norteamericana consideró que los elementos de “profesionalismo y dirección eran cruciales en la configuración de un orden social nuevo postcapitalista, que sería más eficiente, y también más humano y justo, que el que lo precedió”[3] Este pronóstico optimista no se cumplió pues estos estratos medios se radicalizaron desestabilizando el orden existente de la época. Más tarde, nos dice Goldthorpe, se desarrolló un entramado teórico que reunía distintas visiones en torno a esta “nueva clase”, donde el elemento común y fundamental sería que esta clase sería poseedora de un “capital cultural”, es decir la posesión de niveles relativamente altos de educación y formación (Max Weber en Economía y Sociedad nuevamente, pág. 685) y estos se distinguirían tanto de los dueños del capital como de los que no tienen otra cosa que vender que su fuerza de trabajo en el mercado. Los miembros de la nueva clase aun se sentirían desplazados en términos de estatus y poder, pero siendo poseedores de un capital cultural, se transforman en críticos mientras abogan por las justicia social en relación a los más desposeídos, tratan de afianzarse como clase.

La idea de clase de servicio en Karl Renner y sus aportes en la compresión de la esfera de las clase intermedias, implican por una parte caracterizar a estos grupos como distintos de la clase capitalista al no ser dueños de los medios de producción y distintos de la clase obrera al no realizar un trabajo productivo. Pero la principal contribución de Renner  al análisis en la sociología del fenómeno de clase de servicio, descansa en la distinción entre salarios y honorarios. La influencia de Max Weber en este punto es notable; Renner señala que “el salario difiere fundamentalmente de los honorarios por su naturaleza y por el modo en que se fija; y también que el empleado que recibe honorarios está separado del obrero asalariado tanto por la seguridad relativa de su empleo como por sus perspectivas de mejora material y de estatus”.[4]  Pero aun más importante es la confianza que se juega en esta esfera, ya sea en el ámbito de la confianza experta como de la confianza en la delegación de poder (calidad moral). Esto funciona al interior de una empresa en un “ponerse la camiseta” (compromiso)que implica dos dimensiones; por una parte la de la fidelidad del empleado y por otra la de la confianza del empleador en los conocimientos de este último y se materializan en la delegación de poder, la creación de cargos (supervisores que aunque sigan teniendo el mismo salario poseen otro estatus, compensaciones simbólicas y no materiales) logrando así una división jerárquica de poder al interior de los propios trabajadores. Sin embargo el autor instala la problemática de la clase de servicio como una clase que difiere de la de los empleados, pues estos últimos no recibirían las recompensas, estatus y las promociones que los empleados a honorarios de la clase de servicio si logran. Una explicación  de este fenómeno seria la variable identidad demográfica, donde los individuos se hacen identificables como colectividades en relación de su “origen” de clase o su origen “familiar”, es decir, de donde provienen. Por otro lado encontramos la identidad cultural, donde los individuos de hacen identificables desde su comportamiento, estilos de vida, gustos, que serían asociables con ciertos grupos sociales.

La clase de servicio escribe Goldthorpe, se ha expandido en Europa después de la segunda guerra mundial, por la creciente demanda de delegar autoridad y de aplicar conocimiento especializado y experto, condicionado por el nacimiento de nuevos puestos de trabajo en el ámbito del bienestar social, inmigración y el ritmo acelerado de crecimiento tecnológico. Con ello se ha producido una movilidad social que no guarda una relación estrecha con el origen familiar, pues los estudios dan cuenta que solo un pequeño grupo de estos desciende  de padres pertenecientes a esta clase de servicio. Por otro lado la creciente demanda de personal en los países europeos ha llevado a la contratación de empleados sub cualificados, es decir, con un nivel educacional relativamente bajo. Esto implicaría que la gran demanda de personal y la contratación de individuos de diferentes niveles educacionales como de diferentes esferas culturales, mostrarían un nivel más bien bajo de identidad demográfica como de identidad sociocultural. Se constituirían de esta manera verdaderos vínculos interclasistas transversales, donde la sociabilización entre el ámbito privado y al ámbito laboral sería muy diferente uno del otro. Esto lo podemos encontrar en nuestros propios empleos y a modo de ejemplo, en categorías lingüísticas como “amigo del trabajo”, “amigos de la infancia”, “amigos de la universidad” o simplemente “amigos del barrio”.



[1] Goldthorpe, John, “Sobre la clase de servicio, su formación y su futuro”, pág. 229
[2] Ibíd., pág. 230, cit. a Pierre Belleville
[3] Ibid, cit. Talcott Parsons, pág, 233
[4] Ibíd., pág. 237

Max Weber :Clases, Estamentos y Partidos Políticos (Weber y Estratificación Social)

Max Weber desarrolla una teoría  donde los indicadores ideales para la medición empírica de las clases de alguna manera están en correspondencia con la situación de los actores en el mercado, sobre todo en el mercado del trabajo, como la dimensión espacial más relevante del destino de vida personal en las sociedades modernas. Lo fundamental en Weber era disponer de indicadores de la situación de clase en los ámbitos económicos, políticos y sociales. Weber en su teoría, va mas allá de los criterios de situación de clase relacionados con un orden objetivo y de tipo material, pues considera otro tipo de criterios en la determinación de la situación o posición de los agentes en el sistema de estratificación, incluyendo otra forma de diferenciación social, a saber, los “grupos estamentales”. Para introducirnos en ello, es necesario comprender que para Weber el fenómeno de la desigualdad social está fundamentalmente  ligado a la distribución de del poder en la sociedad, comprendiendo que Weber entiende por “poder”, una o la probabilidad de que en una relación social un actor pueda imponer su voluntad sobre otro, pese a que este último no esté de acuerdo. Dicha probabilidad podría residir en algún principio de legitimidad que le otorga al poder un carácter de autoridad o dominación legítima. Las clases sociales son de esta manera una manifestación de dicha distribución desigual de poder, en relación con la disponibilidad sobre bienes y servicios que deriva de la situación que se ocupe en el mercado. Pero a su vez existe una distribución desigual de poder que Max Weber identificó con el prestigio y el honor social. Esta forma de poder no operaría en el ámbito económico en tanto que una de las características del mercado, desvía toda consideración de tipo subjetiva. Weber escribe que el mercado no repara en el individuo, solo en la cosa, pues está abandonado a su propia legalidad y en su misma base, aparece como extrañado a toda confraternización o procesos de sociabilidad. En cambio, el poder social que se expresa en el prestigio y el honor no operaría en el ámbito económico, sino más bien en una dimensión social. En las sociedades modernas aun quedarían elementos relacionados con el honor estamental de las sociedades tradicionales, un prestigio asociado a determinados modos de vida que son característicos de algunas comunidades como los antes mencionados grupos estamentales. Weber describe el fenómeno de transformación de la acción social en relación a la adquisición de bienes, acción política y la asociación. Estos elementos estarían asociados a cierta posición social que conlleva un cierto grado de prestigio. Esta sería una forma de diferenciación distinta a las clases, pues para el autor estas últimas constituyen una forma de acción típicamente social, es decir, con base no en una multiplicidad de intereses, sino más bien en determinados principios valorativos y un sentido de pertenencia por parte de sus miembros, y este argumento otorgaría al concepto de clases un carácter menos impersonal. Lo fundamental aquí es que los grupos estamentales dan cuenta de la importancia que la dimensión simbólica adquiere en la esfera de la estratificación social. La sociología de Weber busca apartarse de una concepción de las ciencias sociales basadas en las ciencias naturales, es decir, el positivismo francés decimonónico. Tomando elementos de las ciencias del espíritu, incluye el método de comprensión hermenéutico (verstehen) en su teoría, que daría cuenta del sentido que mueve a los actores en la acción social. De esta manera crea tipologías (esferas no mutuamente excluyentes, a diferencia de las categorías) y de esa manera va desmenuzando metódicamente los distintos matices del mundo social humano. A través de su individualismo metodológico, Weber da cuenta que la valoración de las significaciones son fundamentales para comprender a las clases sociales (vinculada a la subjetividad), siendo estas el mecanismo más importante de estratificación de las sociedades contemporáneas. Descomponiendo el objeto de estudio (tipologías, nominalismo), entiende que las clases pueden estar afiliadas a un ámbito cultural, ideológico, simbólico y también al ámbito económico material. Weber intenta apartarse de las visiones totalizantes como el marxismo de tipo economicista, buscando un estratificación que incluya la multiplicidad de los diversos factores dentro de las clases sociales, donde los agentes tendrían un dinamismo relacionado con su capacidad electiva dentro del mismo proceso de la modernidad. La singularidad expresiva de los sujetos no estaría determinada por estructuras de clase que determinarían al actor, sino más bien por los propios procesos asociativos múltiples (castas, estamentos, modos de vida, partidos políticos). En ese sentido clase vendría siendo solo un tipo de asociatividad que en la matriz comprensiva estarían sujetos a diversos procesos de tipo histórico, a constructivismo, pautas normativas, desplazamiento de las acciones, etc.) Weber critica la visión marxista en relación al concepto de clase social, donde esta sería solo en efecto de la contradicción capital-trabajo, o dicho de otra manera, un efecto de la participación del campo del trabajo, es decir, en el reino de la necesidad  (economicismo estructural). Weber no busca reivindicar una matriz de tipo político en lo que a clases sociales se refiere, separando lo que en una de sus últimas conferencias refiere como “El político y el científico”. Para Weber las clases sociales no son comunidades, pues como antes señalé, sino que estas representan solo bases posibles de una acción comunitaria relacionada con el sentido que los actores le dan a esa acción en relación con los otros actores (acción social) y en ese sentido clase social, sería todo grupo de personas que se encuentra en la misma situación de clase (posición ubicada en el mercado), sean estas positivas o negativas, dicho de otro modo, la posesión o no posesión” , serían las categorías fundamentales de toda situación de clase, tanto si tienen lugar en la esfera de la lucha de precios como si se efectúan en la esfera de la competencia”[1] Esta lucha por la posesión de bienes, no tendría un efecto de comunidad, pues estos supondría un tipo de homogenización de las practicas culturales y de las formas de subjetividad, que aparecerían como conciliadas en un imaginario valórico y político que generaría un cierto tipo de simbiosis social .Max weber rechaza esta colectivizaciones de la acción social, representarían un totalitarismo que niega todo proceso dinámico de individuación. Por ello refiere una crítica al supuesto marxista de “interés de clase” (conciencia), que le parece equívoco, entendiendo que según el marxismo este sería diferente al interés derivado de la situación de clase. “En modo alguno constituye un fenómeno universal que, a consecuencia de una posición común de clase, surja una socialización, o inclusive una acción comunitaria”[2] Esto no sería más que una “acción de masas”, una acción comunitaria amorfa (sic). Si las clases no son comunidades en sí mismas, Weber dice, solo surgen desde las comunidades. Pero esta acción es una acción entre los pertenecientes de diferentes clases, donde se reúnen variadas significaciones entre sujetos, es decir, la multiplicidad de los actores.


[1] Weber, Max, “Economía y Sociedad”, pág. 684
[2] Ibíd., pág. 684

Acción y estructura de Anthony Giddens (Teoría de la Estructuración)

Antonhy Giddens elabora su teoría de la estructuración buscando ampliar los límites de los enfoques Positivistas, Estructuralistas, Funcionalistas e Interpretativos-comprensivos, en la sociología.   Por una parte busca alejarse de los enfoques sociológicos o de las ciencias sociales basadas en el modelo de las ciencias naturales y de la concepción decimonónica de la sociedad como un “cuerpo” o “totalidad”. Critica los modelos marxistas y neo marxistas donde el individuo aparece como determinado por una estructura que define todos los aspectos de la vida social así como la visión histórica- utópica de esta en la teoría social y la importancia dada al aspecto económico.  De la escuela funcionalista critica la importancia que esta le otorga a la determinación funcional de la acción y de la estructura como una fuerza externa y coercitiva total sobre el comportamiento de los seres humanos. Este objetivismo heredado del siglo XIX subyace en la idea de exterioridad ya planteada por Hobbes y Durkheim en sus escritos. De que la sociedad en uno y los hechos sociales en el otro se nos manifiestan como fuerzas estructurales externas que definen y constriñen el actuar humano y por otro lado la supuesta objetividad a la hora de analizar los fenómenos sociales como si fueran cosas. Para Giddens las sociedades y los sistemas sociales no pueden ser analizadas como fenómenos independientes de las preferencias y las razones de los actores. El autor intenta con su enfoque estructuracionista, incorporar la intencionalidad y el razonamiento de los actores sociales a un mismo nivel de la estructura y la determinación funcional que esta pueda tener. De los enfoques interpretativos hermenéuticos o individualistas metodológicos, incorpora elementos como la comprensión e interpretación, pero critica que estas no tratan a la acción como praxis social (“el compromiso de los actores con la realización práctica de sus intereses”) Otro de los vacíos teóricos de estas escuelas serían la poca importancia que le atribuyen a las instituciones o las estructuras en el tiempo histórico. Para Giddens centrar el análisis de la teoría social en las estructuras o en el individuo no sería la forma de hacer sociología en nuestros tiempos. Para ello propone una sociología que concentre su atención en las prácticas sociales. Parte de la idea de que la interacción social y la praxis social son realizadas por agentes humanos que al tener disponibles conocimientos y herramientas (recursos), que son utilizados por estos en sus rutinas cotidianas y en su trato con los otros. Lo seres humanos poseen para Giddens la capacidad de hacer cosas por lo tanto la de cambiar cosas ya hechas en el mundo, por tanto sería una capacidad que depende de los actores y no de estructuras que la determinen en forma total. La praxis social es un reflejo de la habilidad de los seres humanos para cambiar la situación en la que se encuentran, pero a su vez estos recrean las condiciones sociales heredadas, los conocimientos y los recursos. Los seres humanos producen sin saberlo, formas de vida o modos de ser a través de los cuales se reinventan las mismas condiciones heredadas. Este es el carácter dual de la estructura social y con este concepto nos permitiría superar las dualidades estilo sujeto-objeto, individuo –sociedad, sujeto-estructura o lo micro y lo macro. Esta dualidad de la estructura incorpora la subjetividad de los individuos (sentimientos y emociones cambiantes) juntos con esas fuerzas exteriores. La estructura estaría necesariamente ligada a la acción y esta a su vez se relacionaría directamente con la estructura. Ambas esferas aparecerían unidas en la praxis social.  
 Para Giddens la critica a la teoría parsoniana y a la escuela Funcionalista (como señalé más arriba) es la importancia que esta le otorga a las estructuras, como fuerzas externas que constriñen y determinan el comportamiento de los sujetos, cito: “en el marco de referencia de la acción, de Parsons, no hay acción; solo conducta impulsada por disposiciones de necesidad o expectativas de rol…..los hombres no aparecen en ellos, como agentes hábiles y capaces de conocer, como dueños hasta cierta medida de su propio destino “[1]  En Giddens y su teoría de la estructuración se expanden los limites de acción de los sujetos, que tanto en el estructural funcionalismo como en el marxismo, aparecen delimitados por la coerción de fuerzas externas al hombre. Para Giddens la socialización fusiona constreñimiento y habilitación.[2] (dualidad de la estructura) La otra crítica que Giddens plantea sobre la teoría de Parsons, es a la escasa importancia que este le da al marxismo, el papel escuálido de esta en su teoría, donde el tema de las luchas sociales o de la determinación de los sistemas de estratificación, aparecen condicionados por estructuras o por factores ligados a la antropología.



[1] Andrade, Alfredo, cit. Anthony Giddens, Revista Sociológica, año 14, numero 40, (1999) pág. 131
[2] Giddens, Anthony, “La constitución de la Sociedad; bases para la Teoría de la Estructuración”, (1984), cap. 4, pág. 201

El Sistema Social en T. Parsons (Estructural Funcionalismo)



I.- La identificación catética, es correspondiente con un nivel intimo de un actor, el momento subjetivo, la identificación se origina en la dimensión afectiva, en la cual el actor siente respecto de los objetos que forman su exterioridad.  Tanto en un sentido Kantiano y la lógica de una sociedad “deseable” o de “el hombre desea un señor”, pasando por el psicoanálisis de Freud, podemos esbozar la idea de que al actor en la teoría de Parsons, es un individuo arraigado a su propia subjetividad, que mantiene eso si, una relación afectiva con la norma. El actor se identifica con ellas, las internaliza y a la vez depende de ellas. La identificación catética es fundamental para la funcionalidad del sistema de acción parsoniano, pues si esa identificación, toda funcionalidad se haría imposible, al tomar cada desviación el control del sistema, destruyéndolo. 

II.-  El actor es siempre un individuo. Lo que al teórico le interesa o debería interesarle es la orientación de este hacia la acción. En un momento de interaccion este individuo recibe el nombre de ego. El actor-sujeto es en todo momento un sistema de acción, tanto como una personalidad o un sistema social y los objetos hacia los cuales tiende la orientación de ese actor-sujeto pueden ser sociales o no. Los objetos no sociales son objetos físicos u objetos culturales (objetos simbólicos). Los objetos de tipo social son también actores, a saber, pueden ser tanto  personalidades  como sistemas sociales. En la interacción estos objetos sociales actores reciben el nombre de alter. La relación con la situación es tan fina, que en términos estrictamente parsonianos podríamos llamarles “actor en situación”. Para Parsons los procesos que permiten que la estructura motivacional se constituya en lo que es, es decir, es procesos sociales, dependen de la interacción entre ego y alter. Para nuestro autor estos procesos se producen en las personalidades de los actores-sujetos. Estas personalidades individuales se ponen en evidencia cuando el actor-sujeto es parte de la agencia o institución y su acción está orientada en contra de ella o cuando el actor dirige su acción con uno o más actores, buscando desestabilizar los procesos de la interacción. La desviación se constituye como una perturbación del equilibrio en los sistemas sociales, en otras palabras, se presenta como una disfunción.  Para Parsons la desviación provoca problemas  de control, pues si esta disfunción es aceptada por la agencia y se complejiza, podría esto constituirse como una destrucción del sistema social. El autor dice que la agencia debe enfrentar esta desviación (actuando según patrones normativos), en forma constructivista, absorbiendo la desviación a medida que surgen y de algún modo adaptándose a ellas. Las desviaciones, que son disfunciones motivacionales en la acción, pueden ser contenidas por los mecanismo ce control de la agencia, que pasan a actuar como entidades motivacionales, en un sentido normativo de de tratamiento de esa propia desviación, en otras palabras, un proceso motivacional un uno o más actores que reacciona frente a la propia desviación en la funcionalidad de la expectativas de rol, en uno, en el mismo o mas alter. Estos procesos actúan como re estabilizadores de equilibrio del propio sistema social, formado a su vez un mecanismo de defensa ante la disfunción.


III.-   Para Parsons, los acción de los actores, no representan expresiones “libres” que un actor concibió determinada acción mentada (como un tipo de acción weberiana), sino mas bien que estas pertenecen y están organizadas en un grupo de sistemas. Estos sistemas implican componentes integrativos sistémicos en los cuales la integración se corresponde a un orden selectivo de posibles orientaciones de la misma acción. Parsons tipifica la orientación motivacional, primeramente haciendo alusión a que las variables de las estructuras sociales son en conjunto con  las bases de diferencias internas, dos aspectos para postular en inicio sobre las diferencias de los roles.

Los niveles catetitos, cognoscitivo y resolutivo, presentan distintas utilidades funcionales respecto de los sistemas de acción. El nivel catético se encuentra dentro del aspecto de las gratificaciones de lo deseos del actor, en el intercambio entre el actor y el mundo de los objetos, que pueden ser físicos o o culturales. En ellos se encuentran los aspectos afectivos (catexis, amor o afecto en Freud) que dan sentido a la interacción, y es aquí donde encontramos una relación funcional relacionada con el grado de satisfacción o hostilidad respecto de los sistemas de acción, lo que permite al teórico, construir su análisis en torno al problema de la misma motivación y la desviación en la misma instancia del mundo sensible del actor-sujeto.

El nivel de lo cognoscible lo encontramos dentro de lo que el autor denomina como nivel de tipo orientacional. Ahí encontramos un camino a la interpretación y conceptualización de los que son los objetos, un tipo de conocimiento sobre aquellos que incluyen sus características exteriores en un nivel que difiere de lo catético, pues nos entrega un conocer general sobre los objetos, a saber, un tipo de conocimiento no afectivo, en su sentir sensible. Encontramos aquí significación de dichos objetos, lo que es fundamental como utilidad funcional, pues nmos entrega un marco de referencia común sobre los mismos, en tanto objetos interpretables y conceptualizables  lo que nos sitúa en una marco espacial de orientación respecto de los mismos, entregándonos el “como” de sus relaciones con ese mundo de objetos;  los modos en que se organizan las relaciones.

En el nivel resolutivo, podemos decir que este esta presente en toda orientación de la acción, sea en un contexto de actor y situación, donde el actor realiza un proceso selectivo de sus motivaciones, evaluando aspectos cognoscitivos y catéticos, respecto de dicha situación específica.

Funcionalmente hablando, estos tres niveles componen la expectativa, la que posee un especto temporal (esto es fundamental) hacia el desarrollo futuro de la interacción del actor con el sistema de acción, pues así se estructuran pautas para el mismo desarrollo, pues según el autor, un actor esta siempre interesado  en ciertas pautas de el mismo desarrollo y le importan ciertas posibilidades y no otras.


IV.-Para Parsons el fortalecimiento de la comunidad societal comprende a una sociedad moderna trisistémica, es decir, situada al interior de un esquema donde se enmarca el movimiento de una comunidad societal. Haciendo referencia a la comunidad científica, podemos decir que esta es fundamental a su vez en la formación y manutención de los procesos de solidaridad e integración en un marco de la agencia o institucionalidad.  Refriéndome a la agencia o marco institucional en un contexto económico

La comunidad societal es un subsistema de la sociedad, su función principal es la de integración y como tal se encarga de definir las obligaciones de lealtad de cada miembro dentro de la sociedad. Al existir una sociedad donde cada individuo cumple diferentes roles, hace necesaria la reglamentación de las lealtades hacia la comunidad misma y hacia otras colectividades porque,  según Parsons, constituye un importante problema de integración para la comunidad societal. De este modo la comunidad societal configura una red compleja de colectividades interpenetrantes y lealtades colectivas, donde la característica principal es la diferenciación de función y la fragmentación.

Es, entonces, necesario que la extensión o fortalecimiento de la comunidad societal, produzca un escenario donde todas las pluralidades sean dirigidas hacia el sentido de la sociedad, así obtener sujetos integrados al sistema normativo, reducir las anomias o desviaciones, así mientras mas se fortalece la comunidad societal, es menos probable que las desviaciones lleven a la desestructuración.

V.-  La noción de normatividad en Parsons refiere a la internalización de la norma en un actor. Heredera de la tradición kantiana, Parsons a mi juicio, intenta con esa noción superar la vieja aporía filosófica entre apriorismo y empirismo, pasando por un lado, a integrar en su aparato teórico, la noción de institución, superando así el viejo problema del estado fáctico Hobbesiano, y el  ethos individualista radical de la sociedad liberal por el otro, intentando sintetizar e incluir la norma, en todos estos ámbitos.  Este concepto de lo normativo, se constituye como la posibilidad de dialogo entre esferas del mundo social, donde todas ellas se articulan y se rearticulan, dependiendo de las necesidades de cada cual o de los requerimientos de la otra esfera. La institución, el sistema económico, las teorías científicas,  los actores, el individuo, donde ya lo normativo esta operando, se articulan para producir la estabilidad del sistema social, reconociendo las necesidades o la insatisfacción de cada cual y la propia, en una dinámica que permite diluir cualquier disfunción que amenace el mismo sistema. En relación con los procesos de modernización social y las orientaciones normativas, las cuales corresponden con el orden del momento, ese orden sería, para Parsons, solo sostenible y mejor dicho, funcional, mientras integre adecuadamente las desviaciones, la modernización social implica una lógica racional del orden social y los procesos de modernización a su vez implica un constante

Acto Unidad y categorías residuales en Talcott Parsons (Estructural Funcionalismo)

 El marco de referencia de Talcott Parsons se construye a partir de lo que él denomina acto unidad, algo así como una partícula esencial del modelo parsoniano. Este acto unitario  posee los siguientes componentes analíticos. En primer termino un “actor o agente”, en un segundo movimiento un “fin”, a saber, un estado futuro hacia el cual esta orientado el proceso de la acción. En tercer lugar una situación, que necesariamente difiere del estado futuro o fin  que a su vez comprende dos aspectos; los medios (elementos de la situación que el actor controla), las condiciones (elementos no controlados por el actor) y un modo de relacionamiento de todos esos componentes analíticos, que es la orientación “normativa” de la acción. El esquema conceptual centrado en el acto-unidad, posee implicaciones no menos importantes para Parsons: Siempre un acto es un proceso temporal, el actor siempre tiene la posibilidad cierta de no lograr sus fines (estados de cosas concretos, futuros y anticipados; los medios nos son meras instrumentalidades que se usan por el actor sino mas bien los que este controla), el esquema es subjetivo porque considera los fenómenos según aparecen desde la perspectiva del actor. La orientación normativa es solo pura finalidad para el actor.
Relacionando el equilibrio entre aspectos normativos y expresivos, el autor señala que la libertad es pieza fundamental, ya que la expresión libre en sociedad por parte del actor, supone una finalidad y se produce en una situación en particular. Siendo el individuo quien ejerce la expresión, las normas funcionarían como una esfera de interrelaciones que se sitúan dentro de un universo particular al interior de la acción social.

Talcott Parsons se refiere a las que él llama categorías residuales en un sentido crítico a la metodología y los cuerpos teóricos aplicados en el campo del propio desarrollo científico. Parsons nos dice que existe una determinada tendencia a la acumulación de “descubrimientos de hechos” de manera puramente cuantitativa. En la construcción de los sistemas teóricos, Parsons da cuenta de de una cierta tendencia epistemológica acomodaticia de lo propios teóricos en sus constructos científicos. Lo explica en el sentido de que los hechos a investigar se nos aparecen cuando puedan tener consecuencias “positivas” para el sistema de teoría, buscando la misma quedar “verificada” y guardando un “margen de error” como errores de observación, según sus propias palabras. Parsons nos dice que el proceso de verificación se debiera limitarse a esto. Con esta critica, el autor esboza ya una noción de intencionalidad en el teórico al construir o adecuar su sistema teórico, en términos weberianos, da cuenta de sus motivaciones, algo no menor. En relación a las categorías residuales, Parsons se refiere a ella como todo lo que queda “velado” en el propio proceso de investigación empírica, a saber, una vasta zona de oscuridad, no consideradas dentro del corpus teórico. Al nombrar como ejemplo el trabajo del profesor Durkheim sobre el suicidio, Parsons nos dice que es tan importante que este haya estudiado en forma cuantificada la tasa de suicidio del ejercito francés en relación a la población civil, como las “motivaciones” que Durkheim tuvo para realizar esta investigación pues , cualquier sistema, incluidas tanto las proposiciones que funcionan como premisas en una observación empírica, puede concebirse como una zona iluminada envuelta en oscuridad: El nombre lógico para esta oscuridad es, en general, el de “categorías residuales”[1].  Para Parsons, la inclusión en esta categorías, constituiría un complemento  fundamental, no solo a nivel cuantitativo, como en la ciencia empírica tradicional, sino también el elemento cualitativo, las motivaciones de lo actores, la acción ilógica[2], como el elemento cultural, los usos y las costumbres.


[1] Parsons, Talcott, “La estructura de la acción social”, pág. 51
[2] Ibíd., Parsons citando a Pareto, pág. 52


Crítica de Talcott Parsons al utilitarismo, a Spencer y Hobbes (Estructural Funcionalismo)


Parsons critica el utilitarismo desde su soporte científico teórico. Tomando la idea del utilitarismo de “progreso” y su concepción “lineal” del mismo, donde la premisas constituyen la base de su posterior éxito como proposición, en una relación meramente cuantitativa de acumulación de “hechos” empíricamente comprobables, elabora su crítica a esta forma teórica, denunciando que en estos sistemas lo realmente importante de estos supuestos hechos empíricamente verificables, es la funcionalidad que los mismos pueden tener para la comprobación de la propia  teoría. Estos sistemas teóricos excluyen los llamados errores de la observación, en el llamado margen de error de estos métodos. De esta manera la teoría quedaría verificada. Parsons se niega a esta idea, argumentando primariamente, que el conocimiento no es solo una acumulación de datos positivos empíricamente verificados, sino más bien que ese margen de error, debiera ser incluido en el mismo sistema teórico. (Categorías residuales, a eso me referiré mas adelante).

Parsons critica a Spencer y a Hobbes. Del primero critica su radicalismo individualista, el que pretende hacer una fusión de las ideas darwinistas biológicas y la teoría social, donde la idea de evolución y de progreso, que nos dice que los humanos solo se sienten atraídos por la obtención de su propio beneficio y sus fines privados como finalidad, buscando el individuo su propia satisfacción. Aquí hay un primer momento en la crítica de Parsons al utilitarismo individualista.     De Hobbes critica su concepción de orden, también  como un elemento únicamente utilitario. Para Hobbes el problema del orden básicamente es un problema sobre las pasiones humanas. Para contener esas pasiones, debe operar un orden que acabe con ese estado natural del bellum erga omnes. Hobbes propone una sociedad basada en la obediencia, que reemplaza la idea de felicidad por la de seguridad. El problema para Hobbes, era precisamente estas pasiones humanas, por lo que veía necesario, la contención de las mismas, en un corpus teórico formal, que contuviera esa variable, a saber, el contrato social. Más que contener las pasiones de los individuos, lo que hace el contractualismo, es negar toda la esfera de la individualidad, en una relación unidireccional, desde el Estado fáctico hacia el mundo social, donde las motivaciones y pasiones de los actores, ya se nos aparecen contenidas y de alguna manera, negadas en pro del bien de la institución.

Ambas concepciones utilitarias, sea la forma que solo reconoce los deseos de los actores, sea la forma que reconoce solo la necesidad de orden de la agencia o institución, son atomísticas, pues ambas se sitúan en una posición ideológica incompleta, que no incluye los otros elementos de la acción social, por lo tanto, carecen de toda normatividad.

Una crítica al Estado de Bienestar de Luhmann y el logro evolutivo de los sistemas sociales (Estructural Funcionalismo)

        


      Niklas Luhmann critica el mecanismo de compensación, como la propia “lógica” del Estado de Bienestar. El autor nos dice que esta compensación implica de alguna manera llevar “consuelo” a los actores por sus desventajas al pertenecer a un determinado sistema de vida, a las “demandas comunicacionales” de los individuos. Luhmann nos dice que esto surge como una suerte de salto entre el sistema político y el Estado mismo, es decir entre las demandas de lo político hacia el sistema estatal. El sistema político al buscar un mejoramiento de la calidad de vida de los individuos, elabora demandas comunicacionales que el aparato estatal toma en consideración estas demandas comunicativas adaptándose a ellas. Pero el mismo principio de compensación tiende a la universalidad, encerrando en esa universalidad, las diferencias ya existentes o las por aparecer, o nuevas carencias que pudieran aparecer. Para Luhmann esto representa un problema, tanto en el ámbito de lo político, pues el sistema político al buscar el bienestar de la sociedad a través de sus demandas hacia el Estado, queda encerrado en la lógica de la compensación misma, absorbiendo el propio Estado al sistema político. El autor expresa que esto ocurre a su vez en las propias demandas comunicativas de los actores, pues el bienestar al compensar de una forma universalista, hace oídos sordos de la multiplicidad de discursos y necesidades de los distintos subsistemas y de los actores, en particular de las generaciones más nuevas. Al compensar, el Estado de Bienestar genera nuevas demandas que necesitan ser compensadas, pero la pregunta que Luhmann se hace es ¿Quién compensa al Bienestar? Esto se explica por lo que para Luhmann es el carácter paternalista o antropomórfico del mismo Estado, la herencia teológica de Estado como una autoridad emanada directamente de Dios. Como un Leviatán Hobbesiano, un corpus christi[3] Esta concepción del Estado es criticada por Luhmann por poseer un carácter centralizador de todo lo social. Para Luhmann no se puede centrar sobre un sistema una sociedad funcionalmente diferenciada sin destruirla. Las políticas compensatorias del Estado de Bienestar ponen en peligro las diferenciaciones entre los sistemas político y económico, al necesitar de un presupuesto cada vez más abultado. Cada vez que el Bienestar satisface las necesidades, surgen otras nuevas, y se acaba esperando de este, resultados que no pueden ser conseguidos. Esto por el carácter expansivo del Bienestar, su carácter invasivo hacia otros subsistemas, su carácter monopólico de las prestaciones comunicativas. Para ello Luhmann propone un carácter restrictivo del sistema político, un carácter auto reflexivo y preventivo en relaciones a la resolución de problemas. Vemos así que el Estado de Bienestar si bien innova, centraliza las transformaciones que produce, se vuelve autorreferente y estático en vez de un “circulación dinámica comunicativa”.



         ¿Podría considerarse al Estado de Bienestar como parte de la evolución de los sistemas sociales (logro evolutivo).?


          Responderemos esta pregunta comprendiendo el propio concepto o idea de autopoiésis en Luhmann. Esta idea alude a una capacidad de ciertos sistemas de constituir por si mismos sus propias identidades y diferencias, la capacidad de procesar sus propias informaciones y las relaciones que establecen con su entorno.

El Bienestar, para Luhmann, produce medios de masas, garantías políticas ofertas de consumo para la recreación, transformaciones en educación, las necesidades. Esto hace que las motivaciones generacionales vayan en constante movimiento. El actuar del Estado de Bienestar transforma las realidades a las cuales se dirigen sus esfuerzos, sin saberlo. Al satisfacer demandas comunicativas, el Bienestar genera nuevas demandas, se encuentra así frente a una situación en la que debe ocuparse constantemente de realidades auto producidas, es decir, autopoiéticas, “las necesidades, las situaciones molestas, los problemas casi irresolubles a los que se enfrenta son en parte su propia obra”[4] . Para Luhmann el Estado de Bienestar configura una realidad cambiante, innova, centraliza como un receptáculo de las prestaciones comunicativas, monopolizándolas. Esta es la paradoja del Bienestar, que siendo autorreferencial, fomenta y produce autopoiésis.




[1] Chernilo, Daniel, pág., 3
[2] Ibíd., pág. , 8
[3] Luhmann, Niklas, “Teoría Política del Estado de Bienestar”, pág. 44
[4] Ibíd., pág. 33 y 34



Triple definición de Talcott Parsons sobre objeto sociológico (Estructural Funcionalismo)

Talcott Parsons elabora su sociología sobre un objeto de estudio que posee una definición triple. Estas son Sistema social, Estado Nación y Sociedad Moderna.   Parsons intenta delimitar los usos que la sociología le puede dar al concepto de “sociedad”. Para el autor la idea de sociedad es funcional como marco de referencia en su cuerpo teórico, a otras concepciones del uso que a esta idea se le da, a saber, sociedad como un uso especifico a ciertas sociedades geográficamente específicamente identificables, cuyo ejemplos sería los Estados Nación modernos. Para Parsons, la utilización de la idea de sociedad referente a esto último, ignoraría el desempeño y la utilidad teórica que la misma idea de sociedad pudiera entregar al análisis sociológico.  Heredero del pensamiento kantiano, Parsons piensa que las ideas, los conceptos y los ideales, son funcionales a la hora de construir un corpus teórico para articular las abstracciones de la razón humana con lo empíricamente observable. Los conceptos operarían como una representación racional de cosas, las ideas como algo más abstracto y alejado de la realidad, imposible de de ser representadas empíricamente en toda su realidad y los ideales, con una nivel de abstracción aun mayor que las ideas, pero pertenecientes a una esfera de imaginación, de posibilidad, donde esta le permitiría a la razón, “proponer un tipo especifico de observación”[1]. Los ideales (principios regulativos como los definió Kant) nos entregan una forma estándar de representarnos ciertos fenómenos, y con ellos detectar anomalías o defectos de un objeto empíricamente observable, en relación entre el ideal puesto por la razón y ese mismo objeto;  en ese sentido y volviendo a Kant, podemos pensar a la Sociedad como un concepto que se nos representa de alguna forma en la realidad fáctica, mientras que sociedad como idea genérica podría ser entendida a su vez desde una perspectiva normativa, es decir como un “ideal regulativo”; en términos más prosaicos, una dinámica conceptual entre la idea de Sociedad, lo que ha sido o es y lo que debió o debería ser.  Parsons construye de esta manera su teoría sobre lo social, donde Sistema social sería la herramienta analítica de mayor abstracción que define el objeto de estudio se la sociología y a su vez es funcional como marco de referencia a otras unidades diferentes entre sí, pero análogas en su estructura. Parsons busca de esta manera alejar la idea o concepto de Sociedad de una representación empírica geográfica- histórica específica. Para el teórico, los Estados Nación pertenecen y se constituyen como el ejemplo más importante como objeto al cual la sociología dirige su conocimiento, pues para él, es en los Estados Nación donde se institucionalizan “patrones de conducta, normas, e instituciones guiadas por valores liberales y democráticos”[2]. Los Estados Nación para Parsons, representan a su vez un progreso de la humanidad en términos de desarrollo, organizativos, económicos, a través de la expansión de programas de industrialización, educación, bienestar y consumo. La Sociedad Moderna, como tercer concepto de sociedad que Parsons nos entrega, sería una representación con un nivel de abstracción aun mayor en relación con la anterior (ideal regulativo) y a su vez poseedora de un carácter más concreto que el Sistema Social. Esta idea es portadora del proyecto propio de la modernidad, del estado futuro evolutivo al que las sociedades poco desarrolladas llegarían, tomando como referencia a los Estados Nación Europeos y a la nación norteamericana, pues en el análisis histórico, estas sociedades según Parsons, han transitado por lo que él denomina las “tres revoluciones”, a saber, la revolución económica, la revolución política y la revolución educativa. Estas revoluciones son un logro evolutivo para Parsons, pues han logrado una diferenciación funcional que es fundamental para considerarlas estrictamente modernas, por el carácter secular de dicha diferenciación. Esto se explica en las propias formas institucionales que aparecen en estas sociedades, el carácter práctico, deseable y necesario de ellas, e insisto, su diferenciación.


[1] Chernilo, Daniel, pág., 3
[2] Ibíd., pág. , 8


La Acción en Talcott Parsons (Estructural Funcionalismo)

La teoría de la acción de  Talcott Parsons,  heredera del trabajo  del profesor Durkheim, parte de la idea de que el mundo social se articula en una dualidad interior – exterior y de la idea de que los sujetos son condicionados por dichas exterioridades. La teoría parsoniana se sitúa en un viejo problema filosófico, inherente a las ciencias sociales modernas, a saber, el del apriorismo  y el empirismo. Por una parte integrando en su corpus teórico la noción de institución o estructura (exterioridad) y por otro la concepción de individuo o actor (interioridad, subjetividad, acción, etc.), Parsons intenta superar el ethos individualista del comportamiento económico radical (utilitarismo) y por otro lado el problema del Estado factico hobbesiano, construyendo un marco de referencia de una teoría voluntarista de la acción (elementos normativos). Este se articula a partir de la noción del “acto-unidad”, cuyos componentes son un actor (o agente), un “fin” (un sentido de futuro hacia el cual se orienta la acción), una situación de carácter dual, donde por un lado  están los “medios” (lo que el actor controla) y las condiciones (lo que el actor no controla) y por último un modo relacional de todos esos componentes, que sería lo que Parsons llamó “una orientación normativa de la acción”. Para el autor, este acto –unidad es siempre un proceso en el tiempo donde el actor puede conseguir o errar en la persecución de sus fines y donde los medios no serían instrumentos que actor usa sino mas bien elementos que este controla. Este esquema posee características subjetivas pues considera los fenómenos según como estos surgen desde la perspectiva de un actor. La orientación normativa está relacionada solo con los fines que el actor persigue y según Parsons esta no tiene ninguna implicación ética para el observador o científico. Cada orientación implica objetos que pueden ser sociales o no sociales, es decir, individuos, colectividades u objetos físicos. Lo que al sociólogo debería interesarle, según Parsons, es la orientación del sujeto hacia la acción, “lo verdaderamente interesante respecto a Durkheim, escribe, no es que haya establecido el dato de que la tasa de suicidio en el ejército francés fuese, durante cierto tiempo, considerablemente más alta que entre la población civil. Los interesados por este hecho, en sí, pueden consultar su estudio. Lo que ahora interesa es, más bien: ¿Por qué se le ocurrió a Durkheim estudiar el suicidio?”[1]  
En una situación de interacción el sujeto que actúa se llama ego. Este sujeto o actor es en sí un sistema de acción, pudiendo ser una personalidad o un sistema social. Como antes señalé, los objetos hacia los cuales tiende la orientación del actor o sujeto y que pueden ser  objetos sociales, son también actores, pudiendo ser tanto personalidades como sistemas sociales. A una situación de interacción de objetos – sociales – actores, Parsons le atribuye el nombre de alter. El análisis de la acción en la teoría funcionalista implica una descripción  del estado de sistema de acción en cualquier situación y de los cambios en el sistema a lo largo del tiempo (proceso). Este marco referencial se es aplicable a cualquier esfera de la acción, siendo esta última en palabras del propio Parsons, “un proceso en el sistema-actor-situación que tiene significación motivacional para el actor individual o, en el caso de una colectividad, para sus componentes individuales”[2] . Para comprender la acción humana, Parsons elabora un modelo trisistémico que implica un sistema organizado de la orientación de un actor particular, llamado personalidad, donde incluye las motivaciones, las necesidades, disposiciones y tendencias. El segundo sistema comprende un sistema organizado relacionado con los problemas propios de la interacción y la pluralidad  de actores, llamado sistema social, que implica una organización de roles. Por último encontramos en este modelo teórico los sistemas culturales, que serían algo así como un conjunto de valores comúnmente compartidos, que se articula con las personalidades y los sistemas sociales, siendo la cultura una organización de valores y normas. El comportamiento estaría  orientado hacia fines o logros, ocurriría en situaciones, estaría normativamente regulado y supondría un gasto de energía o fuerza. Todo comportamiento que pueda ser analizado desde estas esferas se llama acción en Parsons. El análisis de estos tres sistemas antes señalados son el soporte de la teoría parsoniana pues darían cuenta de los patrones institucionalizados en los sistemas sociales y los patrones internalizados en los sistemas de la personalidad y como estos guiarían al actor en una doble perspectiva de sus orientaciones relacionadas con los fines y de las regulaciones normativas de los medios que están a disposición del actor y sus actividades.


[1] Parsons, Talcott, “La Estructura de la Acción Social”, (1937), pág. 51
[2] Parsons, Talcott, “El Sistema Social”, (1951),  pág., 18

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Una crítica a Giddens desde Bourdieu (Teoría de la Estructuración)


 Uno de los grandes problemas de la sociología es y sigue siendo si el ser humano nace o se hace. Como heredera de la filosofía, el oficio sociológico es portador de una problemática que consiste en si el ser humano viene definido (a priori) o se constituye en la experiencia de la vida (a posteriori). La sociología ya entrado el siglo XX, entró en una etapa en que tomar partido por los distintos enfoques provenientes de esta nebulosa ya eran insuficientes para explicar al actuar humano y lo que significa vivir en sociedad. Por una parte teníamos la propuesta del funcionalismo y el estructuralismo (objetivistas, fisicalistas) en donde la acción social está determinada de alguna manera por fuerzas externas anteriores y trascendentes a ella y por otro lado tenemos las sociologías comprensivas (subjetivistas, hermenéuticas o fenomenológicas) como la de Max Weber o el Interaccionismo simbólico norteamericano. Es en este frente donde Pierre Bourdieu libra sus batallas. Su teoría destaca por ser un intento de ampliar y superar la dualidad tradicional de la sociología  entre las estructuras sociales y el llamado “objetivismo” por una parte, frente a la acción social y el “subjetivismo” por el otro. Para ello introduce conceptos de su propia factura como el “habitus” y el “campo” además de redefinir el concepto de “capital”. Por habitus entendemos las formas de obrar, pensar o sentir que están originadas por la posición que una persona ocupa en la estructura social. Campo es el espacio social que se crea en torno a la valoración de hechos sociales tales como la ciencia, la religión, la política o el arte. Dichos espacios aparecen ocupados por agentes con diferentes habitus, con capitales distintos, que compiten (lucha de fuerzas) por los recursos materiales como simbólicos del campo. Dichos capitales pueden ser económicos o formados por un capital cultural, el capital social y por cualquier capital que se entienda como “natural” (naturalizado), formas que se denominan capital simbólico. Los agentes, con el habitus que les es inherente dada su posición en el mundo social y con un conjunto de recursos de que disponen, “juegan” en los diferentes campos, y es en este juego donde contribuyen a reproducir y transformar la estructura social. La teoría de la praxis (o Bordesiana) está constituida por un conjunto de conceptos relacionados entre sí y que no operan sino en relación con otros. Para Bourdieu, el principio de análisis de lo social es el momento objetivista de la indagación, donde la tarea del cientista social está proyectada hacia las estructuras sociales externas, lo social hecho cosa, para de ahí dirigirnos hacia el análisis subjetivista, las estructuras sociales internas, lo social hecho cuerpo.
Al constituirse el habitus como una generación de prácticas que están limitadas por las condiciones sociales que actúan como soporte, sería la manera en que las estructuras sociales se graban en nuestro cuerpo y nuestra mente, conformando las estructuras de nuestra subjetividad.  A pesar de que podría parecer como algo innato (a priori), el habitus se forma de esquemas de percepción y valoración de una estructura social. Refiere a aquello que se ha adquirido y se incorpora al cuerpo en forma duradera. Esta es la forma en la que Pierre Bourdieu pretende romper con el dualismo en la sociología, como antes señalé, entre el fisicalismo[1] objetivista sin sujeto y el subjetivismo fenomenológico sin estructura. Es aquí donde se entrecruzan sociedad e individuo, por una parte nos dicta pautas de ser y hacer (estructuras estructurantes) o las formas en que el individuo ya ha asimilado de manera inconsciente (estructuras estructuradas), sus patrones y la voluntad del individuo de querer o no, modificar ese habitus. Es el producto de un patrón cognoscitivo  que todos los campos sociales utilizan para ejercer el dominio. Un campo o para ser fiel al autor, el habitus de un individuo que ya está ajustado con antelación a las exigencias del primero, funcionará escribe Bourdieu, como una instrumento de traducción: “ser un revolucionario conservador dentro de la filosofía, es revolucionar la imagen de la filosofía kantiana mostrando que en la raíz misma de esta, que se presenta como una crítica a la metafísica, está la metafísica”[2] . Para Bourdieu, siguiendo con el ejemplo, ser filósofo es dominar lo necesario de la historia de la filosofía como para saber conducirse como filósofo dentro del campo filosófico. Para el sociólogo francés, esto no se manifiesta como un cálculo o una búsqueda consciente de un fin, sino más bien una relación entre un habitus y un campo. Las estrategias a las cuales Bourdieu refiere, son acciones que están orientadas de forma objetiva hacia fines que pueden no ser los que se persiguen subjetivamente. De esta manera la teoría del habitus fundamenta la posibilidad de una teoría de la praxis que se aleje del finalismo o el mecanicismo. El habitus como sistema de disposiciones adquiridas por medio de la cognición, opera como un sistema de pautas generadoras, generando estrategias que podrían estar objetivamente conformes con los intereses objetivos de sus autores sin haber sido concebidas con ese fin. Pareciera que al estar en determinado campo y al interior de este, nos comportaríamos de una manera específica, producto del habitus, por lo que estaríamos determinados. Bourdieu señala que sólo estaríamos condicionados, haciendo una analogía del juego social, donde existen ciertas reglas y lugares en lo que te puedes mover, según tu posición y la pieza que puedes jugar. El individuo aparece en una posición determinada, pero puede decidir su propio movimiento.

Como antes señalé, la sociología pretende salir de la trampa que implica definir lo social y al individuo desde enfoques sin sujeto o con sujeto y es en ese ámbito donde surgen otras teorías, como la Teoría de la Estructuración de Antonhy Giddens o la ya mencionada Teoría de la Práctica de Pierre Bourdieu. Ambas comparten este punto de partida en sus aspiraciones y pretenden retomar el problema de la sociología en su fundación decimonónica. Ambas a su vez, pretenden replantear la relación entre individuo y sociedad, es decir,  acción y estructura. En la teoría estructuracionista de Giddens, la acción aparece como un modelo basado en la competencia, conocimiento y supervisión (reflexividad), por parte de los actores, que la aleje del campo de la mera conducta reactiva y de lo inconscientemente dirigido (pulsión), sin caer en su reducción a una intencionalidad de los agentes. Giddens para sortear uno de estos obstáculos, propone un desdoblamiento entre conciencia práctica y conciencia discursiva, en pocas palabras, lo que los actores son capaces de decir y lo que el actor “cree” conocer sobre las condiciones sociales de su propia acción, pero no puede expresar. En Giddens el actor aparece como un “actor reflexivo”, un poco a la kantiana[3] , casi como una propiedad genérica de los actores, que no explicaría lo denso del mundo social. Según Boudieu, No hay en sus textos análisis pormenorizados de los objetos y objetivos en juego, ni restituciones de las prácticas, como podría pretender. Otra problemática en la teoría de Giddens, sería el uso que este hace del concepto de “regla” (norma), que según Bourdieu aparece llena de ambigüedades en su uso, entre el significado que la “regla” tiene como modelo de investigación, como norma explicita y como mecanismos movidos por el inconsciente. Pareciera ser que Giddens no explicara claramente que tipo de relaciones habrían entre la manera en que surgen las reglas, las técnicas o los procedimientos de los cuales el actor hace uso, con qué disposiciones actúa, etc. Podríamos pensar que el modelo de actor que Giddens concibe, yace preso de la filosofía del sujeto trascendental. Dicho esto, lo interesante en la propuesta de Bourdieu, es la traída de vuelta del cuerpo en el análisis social y su forma de re conceptualizar el problema de la internalización de valores o reglas (introyección psicoanalítica), dicho de otra manera, re definir la determinación socio cultural de los agentes, que posibilitan entender esta internalización de patrones como “incorporación” y las de los valores como principios o pautas de percepción y acción, a través del habitus como sistema de disposiciones incorporadas. Para Giddens las reglas o normas con algo así como una estado consciente del individuo frente a ellas, donde este aparece competente en su uso, actuando  de acuerdo a ellas; para Bourdieu, esto está lejos de ser así, pues este uso del concepto de “regla” en la explicación de la conducta, aparece como pobre, en el sentido de que la mayoría de las áreas de la vida social no están organizadas prescriptivamente, a saber, no en virtud de un derecho jurídico o un pacto social.
 A mi juicio Giddens no consigue acabar con la dualidad entre estructura y acción. Aun la primera sigue apareciéndome como externa al individuo, individuo que aparece con cierta capacidad racional de elección y hay a su vez en su teoría una suerte de pretensión de objetividad de tipo formal, que Bourdieu, en cambio, instala como problema de una lucha de fuerzas al interior de un campo, es decir, la lucha política y los aparatos de dominación que operan de forma ya internalizada en los individuos. La teoría de la práctica de Pierre Bourdieu nos invita a observar nuestros propios habitus, nuestros propios modos de pensar y en la sociología poder no sólo identificar formas de dominación o estructuras estructurantes o estructuradas, sino también vigilar los saberes y los métodos utilizados para la investigación de lo social, identificando que es lo que se juega en cada investigación, que ocurre en ese campo de estudio, quien necesita saber que ocurre allí y por qué y cómo se están haciendo estas investigaciones. El autor se aleja de la concepción funcionalista y estructuralista sin sujeto, así como también del marxismo y la teoría de clases (de donde no podrías salir) así como también de las teorías interaccionistas comunicativas o hermenéuticas que dan prioridad el sujeto y las supuesta reflexividad de este. Bourdieu y su teoría de la práctica, a mi juicio,  constituye uno de las grandes contribuciones al desarrollo de la sociología contemporánea, reinstalando problemáticas que nuestra disciplina parecía haber obviado u olvidado y como dice una vieja canción del punk inglés, “Vi la coacción de la vida moderna….pero tiré mi lanza más allá……”[4].


[1] El fisicalismo es una doctrina filosófica sobre la naturaleza de lo real que afirma que todo aquello que existe es exclusivamente físico. Se trata por tanto de un materialismo reduccionista. El fisicalismo es una forma de monismo. Puede considerarse un tipo de cientifismo.
[2] Bourdieu, Pierre. (1990). Algunas propiedades de los campos, en “Sociología y cultura”, pág. 140
[3] La autoconciencia en Kant o principio constitutivo del Yo.
[4] “Twilight of the mortal”, Killing Joke, (1986)