miércoles, 28 de septiembre de 2011

Una crítica a Giddens desde Bourdieu (Teoría de la Estructuración)


 Uno de los grandes problemas de la sociología es y sigue siendo si el ser humano nace o se hace. Como heredera de la filosofía, el oficio sociológico es portador de una problemática que consiste en si el ser humano viene definido (a priori) o se constituye en la experiencia de la vida (a posteriori). La sociología ya entrado el siglo XX, entró en una etapa en que tomar partido por los distintos enfoques provenientes de esta nebulosa ya eran insuficientes para explicar al actuar humano y lo que significa vivir en sociedad. Por una parte teníamos la propuesta del funcionalismo y el estructuralismo (objetivistas, fisicalistas) en donde la acción social está determinada de alguna manera por fuerzas externas anteriores y trascendentes a ella y por otro lado tenemos las sociologías comprensivas (subjetivistas, hermenéuticas o fenomenológicas) como la de Max Weber o el Interaccionismo simbólico norteamericano. Es en este frente donde Pierre Bourdieu libra sus batallas. Su teoría destaca por ser un intento de ampliar y superar la dualidad tradicional de la sociología  entre las estructuras sociales y el llamado “objetivismo” por una parte, frente a la acción social y el “subjetivismo” por el otro. Para ello introduce conceptos de su propia factura como el “habitus” y el “campo” además de redefinir el concepto de “capital”. Por habitus entendemos las formas de obrar, pensar o sentir que están originadas por la posición que una persona ocupa en la estructura social. Campo es el espacio social que se crea en torno a la valoración de hechos sociales tales como la ciencia, la religión, la política o el arte. Dichos espacios aparecen ocupados por agentes con diferentes habitus, con capitales distintos, que compiten (lucha de fuerzas) por los recursos materiales como simbólicos del campo. Dichos capitales pueden ser económicos o formados por un capital cultural, el capital social y por cualquier capital que se entienda como “natural” (naturalizado), formas que se denominan capital simbólico. Los agentes, con el habitus que les es inherente dada su posición en el mundo social y con un conjunto de recursos de que disponen, “juegan” en los diferentes campos, y es en este juego donde contribuyen a reproducir y transformar la estructura social. La teoría de la praxis (o Bordesiana) está constituida por un conjunto de conceptos relacionados entre sí y que no operan sino en relación con otros. Para Bourdieu, el principio de análisis de lo social es el momento objetivista de la indagación, donde la tarea del cientista social está proyectada hacia las estructuras sociales externas, lo social hecho cosa, para de ahí dirigirnos hacia el análisis subjetivista, las estructuras sociales internas, lo social hecho cuerpo.
Al constituirse el habitus como una generación de prácticas que están limitadas por las condiciones sociales que actúan como soporte, sería la manera en que las estructuras sociales se graban en nuestro cuerpo y nuestra mente, conformando las estructuras de nuestra subjetividad.  A pesar de que podría parecer como algo innato (a priori), el habitus se forma de esquemas de percepción y valoración de una estructura social. Refiere a aquello que se ha adquirido y se incorpora al cuerpo en forma duradera. Esta es la forma en la que Pierre Bourdieu pretende romper con el dualismo en la sociología, como antes señalé, entre el fisicalismo[1] objetivista sin sujeto y el subjetivismo fenomenológico sin estructura. Es aquí donde se entrecruzan sociedad e individuo, por una parte nos dicta pautas de ser y hacer (estructuras estructurantes) o las formas en que el individuo ya ha asimilado de manera inconsciente (estructuras estructuradas), sus patrones y la voluntad del individuo de querer o no, modificar ese habitus. Es el producto de un patrón cognoscitivo  que todos los campos sociales utilizan para ejercer el dominio. Un campo o para ser fiel al autor, el habitus de un individuo que ya está ajustado con antelación a las exigencias del primero, funcionará escribe Bourdieu, como una instrumento de traducción: “ser un revolucionario conservador dentro de la filosofía, es revolucionar la imagen de la filosofía kantiana mostrando que en la raíz misma de esta, que se presenta como una crítica a la metafísica, está la metafísica”[2] . Para Bourdieu, siguiendo con el ejemplo, ser filósofo es dominar lo necesario de la historia de la filosofía como para saber conducirse como filósofo dentro del campo filosófico. Para el sociólogo francés, esto no se manifiesta como un cálculo o una búsqueda consciente de un fin, sino más bien una relación entre un habitus y un campo. Las estrategias a las cuales Bourdieu refiere, son acciones que están orientadas de forma objetiva hacia fines que pueden no ser los que se persiguen subjetivamente. De esta manera la teoría del habitus fundamenta la posibilidad de una teoría de la praxis que se aleje del finalismo o el mecanicismo. El habitus como sistema de disposiciones adquiridas por medio de la cognición, opera como un sistema de pautas generadoras, generando estrategias que podrían estar objetivamente conformes con los intereses objetivos de sus autores sin haber sido concebidas con ese fin. Pareciera que al estar en determinado campo y al interior de este, nos comportaríamos de una manera específica, producto del habitus, por lo que estaríamos determinados. Bourdieu señala que sólo estaríamos condicionados, haciendo una analogía del juego social, donde existen ciertas reglas y lugares en lo que te puedes mover, según tu posición y la pieza que puedes jugar. El individuo aparece en una posición determinada, pero puede decidir su propio movimiento.

Como antes señalé, la sociología pretende salir de la trampa que implica definir lo social y al individuo desde enfoques sin sujeto o con sujeto y es en ese ámbito donde surgen otras teorías, como la Teoría de la Estructuración de Antonhy Giddens o la ya mencionada Teoría de la Práctica de Pierre Bourdieu. Ambas comparten este punto de partida en sus aspiraciones y pretenden retomar el problema de la sociología en su fundación decimonónica. Ambas a su vez, pretenden replantear la relación entre individuo y sociedad, es decir,  acción y estructura. En la teoría estructuracionista de Giddens, la acción aparece como un modelo basado en la competencia, conocimiento y supervisión (reflexividad), por parte de los actores, que la aleje del campo de la mera conducta reactiva y de lo inconscientemente dirigido (pulsión), sin caer en su reducción a una intencionalidad de los agentes. Giddens para sortear uno de estos obstáculos, propone un desdoblamiento entre conciencia práctica y conciencia discursiva, en pocas palabras, lo que los actores son capaces de decir y lo que el actor “cree” conocer sobre las condiciones sociales de su propia acción, pero no puede expresar. En Giddens el actor aparece como un “actor reflexivo”, un poco a la kantiana[3] , casi como una propiedad genérica de los actores, que no explicaría lo denso del mundo social. Según Boudieu, No hay en sus textos análisis pormenorizados de los objetos y objetivos en juego, ni restituciones de las prácticas, como podría pretender. Otra problemática en la teoría de Giddens, sería el uso que este hace del concepto de “regla” (norma), que según Bourdieu aparece llena de ambigüedades en su uso, entre el significado que la “regla” tiene como modelo de investigación, como norma explicita y como mecanismos movidos por el inconsciente. Pareciera ser que Giddens no explicara claramente que tipo de relaciones habrían entre la manera en que surgen las reglas, las técnicas o los procedimientos de los cuales el actor hace uso, con qué disposiciones actúa, etc. Podríamos pensar que el modelo de actor que Giddens concibe, yace preso de la filosofía del sujeto trascendental. Dicho esto, lo interesante en la propuesta de Bourdieu, es la traída de vuelta del cuerpo en el análisis social y su forma de re conceptualizar el problema de la internalización de valores o reglas (introyección psicoanalítica), dicho de otra manera, re definir la determinación socio cultural de los agentes, que posibilitan entender esta internalización de patrones como “incorporación” y las de los valores como principios o pautas de percepción y acción, a través del habitus como sistema de disposiciones incorporadas. Para Giddens las reglas o normas con algo así como una estado consciente del individuo frente a ellas, donde este aparece competente en su uso, actuando  de acuerdo a ellas; para Bourdieu, esto está lejos de ser así, pues este uso del concepto de “regla” en la explicación de la conducta, aparece como pobre, en el sentido de que la mayoría de las áreas de la vida social no están organizadas prescriptivamente, a saber, no en virtud de un derecho jurídico o un pacto social.
 A mi juicio Giddens no consigue acabar con la dualidad entre estructura y acción. Aun la primera sigue apareciéndome como externa al individuo, individuo que aparece con cierta capacidad racional de elección y hay a su vez en su teoría una suerte de pretensión de objetividad de tipo formal, que Bourdieu, en cambio, instala como problema de una lucha de fuerzas al interior de un campo, es decir, la lucha política y los aparatos de dominación que operan de forma ya internalizada en los individuos. La teoría de la práctica de Pierre Bourdieu nos invita a observar nuestros propios habitus, nuestros propios modos de pensar y en la sociología poder no sólo identificar formas de dominación o estructuras estructurantes o estructuradas, sino también vigilar los saberes y los métodos utilizados para la investigación de lo social, identificando que es lo que se juega en cada investigación, que ocurre en ese campo de estudio, quien necesita saber que ocurre allí y por qué y cómo se están haciendo estas investigaciones. El autor se aleja de la concepción funcionalista y estructuralista sin sujeto, así como también del marxismo y la teoría de clases (de donde no podrías salir) así como también de las teorías interaccionistas comunicativas o hermenéuticas que dan prioridad el sujeto y las supuesta reflexividad de este. Bourdieu y su teoría de la práctica, a mi juicio,  constituye uno de las grandes contribuciones al desarrollo de la sociología contemporánea, reinstalando problemáticas que nuestra disciplina parecía haber obviado u olvidado y como dice una vieja canción del punk inglés, “Vi la coacción de la vida moderna….pero tiré mi lanza más allá……”[4].


[1] El fisicalismo es una doctrina filosófica sobre la naturaleza de lo real que afirma que todo aquello que existe es exclusivamente físico. Se trata por tanto de un materialismo reduccionista. El fisicalismo es una forma de monismo. Puede considerarse un tipo de cientifismo.
[2] Bourdieu, Pierre. (1990). Algunas propiedades de los campos, en “Sociología y cultura”, pág. 140
[3] La autoconciencia en Kant o principio constitutivo del Yo.
[4] “Twilight of the mortal”, Killing Joke, (1986)

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