Uno de los grandes problemas de la sociología
es y sigue siendo si el ser humano nace o
se hace. Como heredera de la filosofía, el oficio sociológico es portador de una problemática que consiste en si el ser humano viene definido (a priori) o se constituye en la experiencia de la vida (a posteriori). La sociología ya entrado
el siglo XX, entró en una etapa en que tomar partido por los distintos enfoques
provenientes de esta nebulosa ya eran insuficientes para explicar al actuar
humano y lo que significa vivir en sociedad. Por una parte teníamos la
propuesta del funcionalismo y el estructuralismo (objetivistas, fisicalistas) en donde la acción social
está determinada de alguna manera por fuerzas externas anteriores y
trascendentes a ella y por otro lado tenemos las sociologías comprensivas
(subjetivistas, hermenéuticas o fenomenológicas) como la de Max Weber o el
Interaccionismo simbólico norteamericano. Es en este frente donde Pierre
Bourdieu libra sus batallas. Su teoría destaca por ser un intento de ampliar y
superar la dualidad tradicional de la sociología entre las estructuras sociales y el llamado
“objetivismo” por una parte, frente a la acción social y el “subjetivismo” por
el otro. Para ello introduce conceptos de su propia factura como el “habitus”
y el “campo” además de redefinir el concepto de “capital”. Por habitus entendemos las formas de obrar,
pensar o sentir que están originadas por la posición que una persona ocupa en
la estructura social. Campo es el
espacio social que se crea en torno a la valoración de hechos sociales tales
como la ciencia, la religión, la política o el arte. Dichos espacios aparecen
ocupados por agentes con diferentes habitus,
con capitales distintos, que compiten (lucha de fuerzas) por los recursos
materiales como simbólicos del campo. Dichos capitales pueden ser económicos o
formados por un capital cultural, el capital social y por cualquier capital que
se entienda como “natural” (naturalizado), formas que se denominan capital simbólico. Los agentes, con el habitus que les es inherente dada su
posición en el mundo social y con un conjunto de recursos de que disponen, “juegan” en los diferentes campos, y es en este juego donde contribuyen a reproducir y transformar la estructura
social. La teoría de la praxis
(o Bordesiana) está constituida por
un conjunto de conceptos relacionados entre sí y que no operan sino en relación
con otros. Para Bourdieu, el principio de análisis de lo social es el momento
objetivista de la indagación, donde la tarea del cientista social está
proyectada hacia las estructuras sociales externas, lo social hecho cosa,
para de ahí dirigirnos hacia el análisis subjetivista, las estructuras sociales
internas, lo social hecho cuerpo.
Al constituirse el habitus como una generación de prácticas
que están limitadas por las condiciones sociales que actúan como soporte, sería
la manera en que las estructuras sociales se graban en nuestro cuerpo y nuestra
mente, conformando las estructuras de nuestra subjetividad. A pesar de que podría parecer como algo
innato (a priori), el habitus se
forma de esquemas de percepción y valoración de una estructura social. Refiere
a aquello que se ha adquirido y se incorpora al cuerpo en forma duradera. Esta
es la forma en la que Pierre Bourdieu pretende romper con el dualismo en la
sociología, como antes señalé, entre el fisicalismo[1]
objetivista sin sujeto y el subjetivismo fenomenológico sin estructura. Es aquí
donde se entrecruzan sociedad e individuo, por una parte nos dicta pautas de
ser y hacer (estructuras estructurantes) o las formas en que el individuo ya
ha asimilado de manera inconsciente (estructuras estructuradas), sus
patrones y la voluntad del individuo de querer o no, modificar ese habitus. Es el producto de un patrón
cognoscitivo que todos los campos
sociales utilizan para ejercer el dominio. Un campo o para ser fiel al autor,
el habitus de un individuo que ya
está ajustado con antelación a las exigencias del primero, funcionará escribe
Bourdieu, como una instrumento de traducción: “ser un revolucionario conservador dentro de la filosofía, es
revolucionar la imagen de la filosofía kantiana mostrando que en la raíz misma
de esta, que se presenta como una crítica a la metafísica, está la metafísica”[2]
. Para Bourdieu, siguiendo con el ejemplo, ser filósofo es dominar lo
necesario de la historia de la filosofía como para saber conducirse como
filósofo dentro del campo filosófico. Para el sociólogo francés, esto no se
manifiesta como un cálculo o una búsqueda consciente de un fin, sino más bien una relación entre un habitus y un campo. Las estrategias a las cuales Bourdieu
refiere, son acciones que están orientadas de forma objetiva hacia fines que
pueden no ser los que se persiguen subjetivamente. De esta manera la teoría del
habitus fundamenta la posibilidad de
una teoría de la praxis que se aleje del finalismo o el mecanicismo. El habitus como sistema de disposiciones
adquiridas por medio de la cognición, opera como un sistema de pautas
generadoras, generando estrategias que podrían estar objetivamente conformes
con los intereses objetivos de sus autores sin haber sido concebidas con ese
fin. Pareciera que al estar en determinado campo y al interior de este, nos
comportaríamos de una manera específica, producto del habitus, por lo que estaríamos determinados. Bourdieu señala que
sólo estaríamos condicionados, haciendo una analogía del juego social, donde
existen ciertas reglas y lugares en lo que te puedes mover, según tu posición y
la pieza que puedes jugar. El individuo aparece en una posición determinada,
pero puede decidir su propio movimiento.
Como antes señalé, la sociología
pretende salir de la trampa que implica definir lo social y al individuo desde
enfoques sin sujeto o con sujeto y es en ese ámbito donde surgen otras teorías,
como la Teoría de la Estructuración de Antonhy Giddens o la ya mencionada
Teoría de la Práctica de Pierre Bourdieu. Ambas comparten este punto de partida
en sus aspiraciones y pretenden retomar el problema de la sociología en su fundación
decimonónica. Ambas a su vez, pretenden replantear la relación entre individuo
y sociedad, es decir, acción y
estructura. En la teoría estructuracionista
de Giddens, la acción aparece como un modelo basado en la competencia,
conocimiento y supervisión (reflexividad), por parte de los actores, que la
aleje del campo de la mera conducta reactiva y de lo inconscientemente dirigido
(pulsión), sin caer en su reducción a una intencionalidad de los agentes.
Giddens para sortear uno de estos obstáculos, propone un desdoblamiento entre
conciencia práctica y conciencia discursiva, en pocas palabras, lo que los
actores son capaces de decir y lo que el actor “cree” conocer sobre las
condiciones sociales de su propia acción, pero no puede expresar. En Giddens el
actor aparece como un “actor reflexivo”, un poco a la kantiana[3]
, casi como una propiedad genérica de los actores, que no explicaría lo
denso del mundo social. Según Boudieu, No hay en sus textos análisis
pormenorizados de los objetos y objetivos en juego, ni restituciones de las
prácticas, como podría pretender. Otra problemática en la teoría de Giddens,
sería el uso que este hace del concepto de “regla” (norma), que según Bourdieu
aparece llena de ambigüedades en su uso, entre el significado que la “regla”
tiene como modelo de investigación, como norma explicita y como mecanismos
movidos por el inconsciente. Pareciera ser que Giddens no explicara claramente
que tipo de relaciones habrían entre la manera en que surgen las reglas, las
técnicas o los procedimientos de los cuales el actor hace uso, con qué
disposiciones actúa, etc. Podríamos pensar que el modelo de actor que Giddens
concibe, yace preso de la filosofía del sujeto trascendental. Dicho esto, lo
interesante en la propuesta de Bourdieu, es la traída de vuelta del cuerpo en
el análisis social y su forma de re conceptualizar el problema de la
internalización de valores o reglas (introyección
psicoanalítica), dicho de otra manera, re definir la determinación socio
cultural de los agentes, que posibilitan entender esta internalización de
patrones como “incorporación” y las de los valores como principios o pautas de
percepción y acción, a través del habitus
como sistema de disposiciones incorporadas. Para Giddens las reglas o normas
con algo así como una estado consciente del individuo frente a ellas, donde
este aparece competente en su uso, actuando
de acuerdo a ellas; para Bourdieu, esto está lejos de ser así, pues este
uso del concepto de “regla” en la explicación de la conducta, aparece como
pobre, en el sentido de que la mayoría de las áreas de la vida social no están
organizadas prescriptivamente, a saber, no en virtud de un derecho jurídico o
un pacto social.
A mi juicio Giddens no consigue acabar con la
dualidad entre estructura y acción. Aun la primera sigue apareciéndome como
externa al individuo, individuo que aparece con cierta capacidad racional de elección
y hay a su vez en su teoría una suerte de pretensión de objetividad de tipo
formal, que Bourdieu, en cambio, instala como problema de una lucha de fuerzas
al interior de un campo, es decir, la lucha política y los aparatos de
dominación que operan de forma ya internalizada en los individuos. La teoría de
la práctica de Pierre Bourdieu nos invita a observar nuestros propios habitus, nuestros propios modos de
pensar y en la sociología poder no sólo identificar formas de dominación o estructuras estructurantes o estructuradas,
sino también vigilar los saberes y los métodos utilizados para la investigación
de lo social, identificando que es lo que se juega en cada investigación, que
ocurre en ese campo de estudio, quien necesita saber que ocurre allí y por qué
y cómo se están haciendo estas investigaciones. El autor se aleja de la
concepción funcionalista y estructuralista sin sujeto, así como también del
marxismo y la teoría de clases (de donde no podrías salir) así como también de
las teorías interaccionistas comunicativas o hermenéuticas que dan prioridad el
sujeto y las supuesta reflexividad de este. Bourdieu y su teoría de la
práctica, a mi juicio, constituye uno de
las grandes contribuciones al desarrollo de la sociología contemporánea,
reinstalando problemáticas que nuestra disciplina parecía haber obviado u olvidado
y como dice una vieja canción del punk inglés, “Vi la coacción de la vida moderna….pero tiré mi lanza más allá……”[4].
[1] El fisicalismo es una doctrina filosófica
sobre la naturaleza de lo real que afirma que todo aquello que existe es
exclusivamente físico. Se trata por tanto de un materialismo reduccionista. El fisicalismo
es una forma de monismo.
Puede considerarse un tipo de cientifismo.
[2] Bourdieu, Pierre. (1990).
Algunas propiedades de los campos, en “Sociología y cultura”, pág. 140
[4] “Twilight of the mortal”, Killing Joke,
(1986)
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