Adorno y Horkheimer
disparan su crítica directamente a la Ilustración. La
idea central que exponen estos autores en los albores de su “Dialéctica de la
ilustración”, refiere a que el programa de la “Aufklärung” fue el desencantamiento del mundo, a saber, el fin de
los mitos y el consiguiente reemplazo de la fantasía por el conocimiento. El
desencantamiento del mundo (“Die
Entzauberung der Welt”, según la frase de Max Weber) es la extirpación del
animismo. Según Adorno y Horkheimer, es evidente que para el Iluminismo todo lo
que no “calza” con las reglas del cálculo y de la utilidad es dudoso. Cada
residuo espiritual que la Ilustración
encuentra en su camino al progreso no hace más que reforzar su propia fundación.
Este es su carácter totalitario. La dialéctica de la Ilustración es una
reflexión sobre las transformación de la modernidad en una verdadera mitología
que parte con la formulación de un problema; ¿Por qué la humanidad se esta
acabando a si misma en una nueva barbarie? El proyecto de la modernidad fue
enriquecido en su génesis por la posibilidad histórica de crear una sociedad
más racional, por tanto, más humana. Y digo más humana porque la premisa
fundamental del Iluminismo y de la modernidad era la emancipación o liberación
del hombre como valor supremo a tal punto que la libertad social es inseparable
de la misma razón ilustrada. Es pertinente entonces formular la pregunta de la autodestrucción de la razón que lleva a
la barbarie bélica (guerras mundiales, holocausto) de la sociedad moderna, es
preguntarse sobre la autodestrucción de la misma Ilustración. El Iluminismo se destruye a si mismo cuando esta se
convierte en un mito; “La ilustración es
el temor mítico hecho radical” [1]
Este nuevo tipo de
barbarie como naturaleza caída del hombre moderno no puede ser distanciada del
progreso social que sin lugar a dudas va asociado al mismo proyecto. Con fuerte
influencia de Max Weber, Adorno y Horkheimer destacan que el programa del
Iluminismo fue el desencantamiento del mundo, la disolución de los mitos y la
sustitución del conocimiento por la moda. Como antes señalé, para Adorno y
Horkheimer el desencantamiento del mundo es la destrucción del animismo. Este
anti animismo implica que todo lo que no se ajusta a las leyes del cómputo y la
utilidad se piensa como irracionalidad y por ende una regresión, una vuelta
atrás. El Iluminismo es progresivo y totalitario en un mismo movimiento. Para
el “aufklärung” el principio básico
del mito es el antropomorfismo. Esto guarda relación con el Psicoanálisis y el
despertar del Yo en el hombre, que reconoce al poder como principio de todas
las relaciones humanas. La semejanza del hombre con dios es el poder por sobre toda
la existencia. Sobre el Ser, el dominio del mundo.
Lo abstracto, que es no
solo la herramienta principal del Iluminismo sino también su mejor fetiche, trata
a los objetos según su propio proyecto; la manipulación de estos y su
destrucción. La matriz del dualismo cartesiano sujeto-objeto de la metafísica
moderna, echa raíces en la distancia entre la cosa misma que el amo obtiene de
los esclavos. La dominación conceptual de transforma en real. En el trabajo
humano y su dominación opresiva, el primero evacua el mito al mismo tiempo que
retorna a este. Homero, en la epopeya de Ulises (prefiero Odiseo) hace una
mixtura entre el mito y el trabajo racional. Odiseo tiene dos opciones ante el embrujo de las sirenas y sus cantos.
La primera esta dentro de lo pragmático; poner tapones en los oídos de los
marineros para que estos no escuchen el canto embrujador de las sirenas y así
puedan remar sin perder el rumbo y la otra es contemplativa, subjetiva, para él
mismo; amarrarse al mástil del barco y neutralizar de esta manera la llamada de
las sirenas, que se convierte en el objeto de su admiración y contemplación. Se
convierte en arte. Las herramientas o dispositivos de dominación son el
lenguaje, las armas y en último término las maquinas. Estas herramientas que
son creación humana se hacen independientes de quien los creó y terminan
subyugando al hombre. El relato de Homero expresa la unión entre mito, dominio
y trabajo, nos dice Adorno y Horkheimer. Odiseo escucha el canto de las sirenas
pero al hacerlo, deja atrás el mito, lo vence. Sabe qué ha dejado atrás y ya
nada será igual. Debe solo vivir para el presente. Con ello separa el canto, la poesía, lo
sublime, de un mundo práctico, un mundo orientado al hacer, separado del arte
mismo de la actividad vital del hombre. El temor de Odiseo a perderse, es el
temor que el Iluminismo encierra en su pretensión universalista. “El hombre cree estar libre del terror
cuando ya no existe nada desconocido”[2]
y “Nada absolutamente debe existir fuera, pues la sola idea del exterior es la
genuina fuente del miedo”[3]Odiseo
sabe que para subsistir de debe hacer oídos sordos al canto de lo irremediable.
Odiseo posee un saber y hace que los remeros trabajen para él. Y sabe lo que es
mejor para ellos. Estar sordos ante el sonido del Ser. El pensar y el imaginar
queda relegado al plano del arte, donde poco peligro representa. Cuando Odiseo
disciplina a sus remeros, disciplina a través de una libertad contraria a la
propia conciencia del hombre. Su dominio sobre sí mismo, se trasforma en el
supuesto dominio del hombre de sí mismo, en un engaño total de las masas,
engaño que es reproducida por estas. El ideal ascético de Odiseo se transforma
en el mito de la burguesía. La negación de la felicidad y la dedicación al
trabajo y a la producción. La unidad del colectivo como unidad es ya la
negación de la singularidad misma. Las masas histéricas (parafraseando al Führer
alemán) no son una vuelta atrás, es el triunfo mismo de la igualdad opresiva.
El Iluminismo reconoce como ontológico y
eventual solo lo que puede aprehenderse como una unidad, el ideal es un sistema
del cual emergería toda la realidad;”Antes
los fetiches estaban bajo la ley de la igualdad. Ahora, la misma igualdad se convierte en fetiche”[4]
La ciencia unificada, racionalista y empirista es el postulado básico del
conocimiento, la lógica formal (herencia cartesiana) es la escuela que forma
esta ciencia y pretende someter a la naturaleza. Adorno y Horkheimer en su
texto se refieren a Francis Bacon como uno de los principales exponentes de
este nuevo paradigma, el de la conciencia científica moderna, (parafraseando a
Morris Berman). Bacon, considerado como el padre de la filosofía empirista, nos
dice que es necesario acosar a la naturaleza (natura vexata), al objeto en su “New órganon”, “Disponga de una situación de modo que tenga que responder sí o no”[5].
Bacon hace un llamado a hacer que la naturaleza hable, para así saber “como” se
comporta y poder explotarla. Solo el método experimental ofrece una certeza
irrefutable. Bacon es un enemigo de lo tradicional, de la ingenuidad, la
creencia. Este cambio de paradigma, de cosmovisión de mundo, el paso del mito al mundo de la ciencia, pretende fundamentalmente
establecer la inutilidad del primero y efectividad del segundo, como poseedor
de verdad y certeza. El mito se constituye y se fundamenta en base a la
repetición y que mediante este proceso,
se refuerza a sí mismo, tornándose un metarelato que transciende en el tiempo.
No se basa en la comprobación, sino en la fe, en un ethos, un modo de ser, que para la modernidad es sinónimo de
primitivismo y atraso, de irracionalidad, de oscuridad. En contraposición a
esto, la ciencia moderna pretende poseer la capacidad de llegar la verdad,
ofreciéndonos certezas y no en base a un relato, pues posee un método que todo
lo comprueba y lo demuestra (tengo mis serias dudas). La conciencia científica
moderna que la ilustración promueve, destruye la relación del hombre con el
mundo, la relación del hombre con otros hombres, es la ideología de la
separación, y precipita a la historia humana en un callejón más oscuro del cual el mismo iluminismo quería alejarse,
justificando la destrucción del planeta,
la matanza de los seres vivos y la matanza entre hermanos. (El hombre genérico
que nos hablaba el viejo Marx).
Me gusta tu descripción, sin embargo lo difícil del planteamiento Dialéctico de la Ilustración es encontrar la solución sin negar la ilustración y la ciencia como tal, pues los autores explican que esta es una reacción negativa, antidialéctica.
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